Históricamente las iglesias como instituciones con capacidad de ejercer influencias sobre el estado (o incluso formando parte del mismo) han sido las enemigas de la libertad sexual de mujeres y disidencias.
Esas son las iglesias que han incidido históricamente para que el aborto no se despenalice ni se legalice en nuestro país, las que se negaron a la Ley de identidad de género, a la de matrimonio igualitario y a la de Educación Sexual Integral. Son quienes hoy se infiltran en los hospitales para obstaculizar las IVE y las ILE. Son quienes torturan y obligan a gestar y a parir a las niñas. Son quienes encubren a los curas abusadores. Son quienes se niegan a que los, las y les niñes accedan al derecho a una ESI con contenido científico y laico que les permita cuidar su salud, su cuerpo y prevenir abusos en las infancias.
Desde la Campaña respetamos todas las creencias y religiones pero repudiamos que las iglesias tengan injerencia en políticas públicas o que intenten incidir en el ordenamiento social.
No hay libertad posible sin la separación real de las iglesias y el Estado.
Exigimos un Estado laico y que la plata que hoy se destina a subsidios estatales a las iglesias, a sueldos e infraestructura de colegios confesionales y sanatorios privados sea destinado a educación y salud pública para que se garantice de manera plena el derecho a la Educación Sexual Integral, a la anticoncepción, y a la interrupción voluntaria y legal del embarazo.
